PASEAR LISBOA Y SUS MUSEOS.
Lisboa 2011, 1
Pasear Lisboa tiene tanto encanto que casi nunca hablo de sus Museos que son muchos. En mi última visita disfruté el Museo de Oriente y la exposición de Brinqueros de Asia para descubrir el primer juguete del mundo encontrado en Dawerkou, un porco de cerámica, y la relación de los múltiples entretenimientos de juegos en tabuleiro, dados, muñecos, etc en un listado del siglo VI al V a C y un tangram en caja de marfil de 1830 y las marionetas indias, los altares portátiles y hasta la casa Toys en China. Pero aún más interesantes para mí son los fondos del Museo, especialmente la exposición permanente sobre el Arte en Timor.
Del Museo de Arte Antiga seleccioné el Confronto del Bosco y su escuela, el cuadro de las Tentaciones de San Antonio, de Jheronimus Bosch de este Museo frente al Tríptico del Juicio Final del Museo de Brujas de un discípulo del Bosco y con el Tríptico de las Tribulaciones de Job del Museo del Prado.
He de reconocer que los mestizajes me estimulan y en este caso es un buen mestizaje la combinación de fondos del Museo de Arte Antiga y del Museo del Diseño; una sala amueblada estilo XVIII con un diseño de Paul Gautier, los retratos de Mariana de Austria, Zurbaran y Ribera se complementan con la túnica en seda con la figura de Mao Tsé Tung del periodo Pop Art, el busto de un Apolo de época romana con un monumental tapiz gobelino. Aplaudí esta idea y la disfruté, me prometí volver y lo haré; casi siempre lo hago cuando estoy en Lisboa, tiene un encanto especial este Museo y sus jardines para un apacible petisco al mediodía. Las vistas al Tejo en el atardecer también son muy recomendables.
Pasear por la Fundación Goulbenkian es un lujo, pasear sus salas y detenerme en ese torso turquesa de la Diosa Venus, y las cerámicas, vasos telas orientales, alfombras y muy especialmente las miradas en los retratos de Rubens y Hals, la sonrisa de Gainsborough y las joyas de Lalique. Un almuerzo frente a su jardín completa el mediodía.
Pero Lisboa tiene también el encanto de sorprenderme y encontrar en la calle un mensaje en un graffiti o un stensils que nos dice Museums are dead, long live the streets, lo cual me lleva a paladear un oporto blanco seco y reflexionar sobre mi goce en sus calles y en sus Museos.